miércoles, 25 de abril de 2012

Pessics d'aquí i d'allí: Candy

Pessics d'aquí i d'allí: Candy: Hola a tothom! Fa molt poc vaig estrenar aquest blog ja que el que he tingut durant uns tres anys m'havia generat unes necessitats que no p...

martes, 17 de abril de 2012



Cronica Scrapterapia Benidorm



http://scrapazero.blogspot.com.es/

Todas al comienzo de los talleres


Con Rosa


 Mi tarjetita


 concentradas en el taller


La casita



Que bien no lo pasamos, disfrutamos mucho de los talleres, fue genial. Espero que pronto pueda asistir a otro

viernes, 6 de abril de 2012

Punto de cruz

Este es un cuadro que le hice  mi niña antes de nacer


 Tapetito de Navidad


Muestrario de puntos

 

Baberitos bordados por mi



miércoles, 4 de abril de 2012



fragmento del libro "Bésame mucho" de Carlos Gonzalez

Tu hijo es desinteresado

Sergio acaba de mamar; no tiene frío, no tiene calor, no tiene sed, no le duele nada... pero sigue llorando. Y ahora, ¿qué más quiere?

La quiere a usted. No la quiere por la comida, ni por el calor, ni por el agua. La quiere por sí misma, como persona. ¿Preferiría acaso que su hijo la llamase sólo cuando necesitase algo, y luego “si te he visto no me acuerdo”? ¿Preferiría que su hijo la llamase sólo por interés?

El amor de un niño hacia sus padres es gratuito, incondicional, inquebrantable. No hace falta ganarlo, ni mantenerlo, ni merecerlo. No hay amor más puro. El doctor Bowlby, un eminente psiquiatra que estudió los problemas de los delincuentes juveniles y de los niños abandonados, observó que incluso los niños maltratados siguen queriendo a sus padres.

Un amor tan grande a veces nos asusta. Tememos involucrarnos. Nadie duda en acudir de inmediato cuando su hijo dice “hambre”, “agua”, “susto”, “pupa”; pero a veces nos creemos en el derecho, incluso en la obligación, de hacer oídos sordos cuando sólo dice “mamá”. Así, muchos niños se ven obligados a pedir cosas que no necesitan: infinitos vasos de agua, abrir la puerta, cerrar la puerta, bajar la persiana, subir la persiana, encender la luz, mirar debajo de la cama para comprobar que no hay ningún monstruo... Se ven obligados porque, si se limitan a decir la pura verdad: “papá, mamá, venid, os necesito”, no vamos. ¿Quién le toma el pelo a quién?